Las previsiones que auguraban temperaturas gélidas, en ocasiones por debajo de cero grados, se han cumplido y Kara Tepe, el campo de internamiento en la isla griega de Lesbos al que fueron trasladadas más de 7.000 personas tras el incendio de Moria, tirita de frío. Es el último y más urgente problema de una larga lista que se comenzó a escribir en el antiguo recinto. La situación, cuentan refugiados y organizaciones, es límite y sus consecuencias en la salud mental de los que allí malviven, preocupantes.

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